«Si quiere que le diga la verdad en ningún momento se me había podido pasar por la cabeza en qué asunto estaba metido mi hijo. Como hacía ya casi dos años, más o menos, desde que se casó, que no habíamos vuelto a saber nada de él, pues la verdad es que no había vuelto a preocuparme ni de él, ni mucho menos de sus ideas… Yo sabía que andaba desde hacía mucho tiempo dándole vueltas al marxismo y a todas esas historias, pero en ningún momento me figuré que fuera capaz de cooperar directamente con los enemigos de España; así como se lo digo …, uno es tonto y siempre sigue teniendo confianza en los hijos y como ya sabe cómo están ahora los católicos, que a veces por lo que dicen no hay quien les distinga de un comunista, pues yo creía que a lo sumo estaría metido con la JOC o una mierda de esas. Cuando llegué a la Dirección y el comisario, que estuvo muy correcto, me informó de que Enrique formaba parte desde hacía varios años de no sé qué grupo marxista-leninista, se me puso una rabia aquí en el cuello, una indignación, que le aseguro que si le hubiera tenido delante le parto la cara allí mismo, delante del comisario. Desde aquel momento hasta hoy, Enrique ha acabado para mí y le aseguro, como creo haberle dicho antes, que prefiero verle aquí, en el hospital, a verle luchando contra esa paz que tanta sangre nos ha costado; mire usted, llegado a cierto punto no existen ya padres e hijos, e igual que en la guerra hubo muchos que estuvieron luchando contra gente de su familia que estaban en el otro bando, pues lo mismo le digo ahora a usted y le diría a Enrique si lo tuviera delante … Yo siempre he pensado que con esos individuos que de una forma u otra se proponen acabar con el orden que tan duramente hemos forjado hay que tener mano dura y, por tanto, si yo me enterase que Enrique vuelve a las andadas, le aseguro que sería el primero en ponerme frente a él para entregarle a la policía o para resolver entre hombres un asunto en el que, créame, ya no pueden intervenir otro tipo de factores.»
Luz de la memoria (1976)