2016
2016
Cuando Dios entregó el mundo a las disputas de los hombres previó que habría infinitos puntos sobre los cuales se altercaría siempre sin llegar a convenirse nunca. Uno de éstos parece que había de ser el entendimiento de las mujeres.
Por una parte los hombres buscan su aprobación, les rinden unos obsequios que nunca se hacen entre sí. No les permiten el mando en lo público y se les concede absoluto en secreto.
- Las niegan la instrucción y después se quejan de que no la tienen: Digo les niegan porque no hay un establecimiento público destinado para la instrucción de las mujeres, ni premio alguno que las aliente a esta empresa. Por otra parte, les atribuyen casi todos los daños que suceden. Si los héroes enflaquecen su valor, si la ignorancia reina en el trato común de las gentes, si las costumbres se han corrompido, si el lujo y la profusión arruinan las familias, de todos estos daños son causa las mujeres, según se grita. Estas mismas tampoco están de acuerdo en su verdadera utilidad. Apetecen el obsequio y el incienso; están acostumbradas de largo tiempo a uno y a otro. Pero no procuran hacerlo más sólido, mereciéndolo de veras, como sucedería si a las gracias exteriores y pasajeras que ahora cultivan, viniesen las intrínsecas y duraderas.
- A la verdad tanto los aplausos y obsequios de los hombres cuanto los cargos que atribuyen a las mujeres son una tácita confesión del entendimiento de éstas. Porque de otra suerte no buscarían su aprobación y agrado, ni las supondrían capaces de ocasionar ningún trastorno. La influencia buena o mala de un agente en otro, incluye necesariamente virtud y potencia en el que hace esta variación. Una causa más débil no puede mudar ni atraer así la más fuerte. Conque si los vicios de las mujeres tienen tanto imperio sobre los hombres, convengamos en la igual dad física sin negar por esto las excepciones que convienen a cada sexo.
- Pero, sin embargo, de unas suposiciones tan justas parece que todavía se disputa sobre el talento y capacidad de las mujeres como se haría sobre un fenómeno nuevamente descubierto en la naturaleza, o un problema difícil de resolver. ¿Mas qué fenómeno puede ser éste, si la mujer es tan antigua como el hombre, y ambos cuentan tantos millares de años de existencia sobre la Tierra?
Memoria de doña Josefa Amar y Borbón sobre la admisión de señoras en la sociedad