«La guerra se había perdido, ya no había modo de ignorarlo y menos que nadie él, él que llevaba cosido entre los forros de la chamarra un documento que le habían entregado en la zona enemiga y que era contestación al mensaje que días antes había llevado a una persona que estaba ayudando a la República tras las filas de combatientes. La elección de mensajero para tal menester había recaído en Ramón; y orgulloso de la confianza depositada en su persona, había salido para el campo rebelde acompañado de dos oficiales jóvenes de probada lealtad. Arrastrándose por el enlodado terreno durante dos noches consecutivas, habían llegado al lugar en donde debía de celebrarse una entrevista con quien les daría la contestación a las preguntas que llevaban ellos…»
«En mi hambre mando yo (1959)»