(…) Preïcant lo Senyor en Jerusalem, s’esdevengué que una gran senyora molt heretada, singular en bellea e gràcia sobre totes les dones de l’estat seu, franca de senyoria de pare e de mare, car ja eren morts, deixant a aquella grans riquees e abundància de béns, ab tot tingués un germà e una germana, ella era la principal senyora e major de tots, e veent-se així lliberta en la joventut sua, sens negun reprenedor, havent la propia voluntat per llei, seguía tots els apetits sensuals, no entenent sinó en delits e plaers de sa persona, en arreus i novitats, e res no li era difícil, puix tenia què despendre, car l’abundància de riquees en persona jove és gran ocasió de pecar, segons testifica Salamó.
E aquesta senyora era gran festejadora e inventora de trajos. Tenia cort e estrado en casa sua on s’ajustaven totes les dones jóvens entenents en delits e plaers, e aquí es feien festes e convits tots els dies. E com en tals coses la fama de les dones no pot perseverar sancera, encara que les obres no sien males, les tals demostracions donen e sospita de mal e llicència als mals parlers de jutjar e condemnar la vida de tals persones, que més pensen en
contentar la voluntat desordenada que no en conservar la fama. (…)
Isabel de Villena, Vita Christi, Vicent J. Escartí (ed.), Institució Alfons el Magnànim 2011,
pp. 258-259.
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[“Predicando el Señor en Jerusalén, ocurrió que una gran señora de buena casa, singular en belleza y gracia por encima de las demás mujeres de su estado, huérfana de padre y madre, pues ya habían muerto los dos, dejándole grandes riquezas y abundancia de bienes, aunque tenía un hermano y una hermana, ella era la principal señora y la mayor de los tres, y viéndose así, tan libre y tan joven, sin nadie que la reprendiera, disponiendo de su voluntad como única ley, seguía sus propios apetitos sensuales, no entendiendo sino de deleites y placeres, de adornos y novedades, y nada le era difícil, pues tenía de qué desprenderse. Sin embargo, la abundancia de riquezas en personas jóvenes es una gran ocasión de pecar, según asegura Salomón.
Y esta señora era amiga de las fiestas e inventora de vestidos. Tenía corte y estrado en su casa donde acudían todas las jóvenes que compartían con ella deleites y placeres, y allí se daban fiestas y convites todos los días. Y como en tales casos la fama de las mujeres no puede perseverar entera, aunque las obras no sean malas, son demostraciones que dan qué hablar y sospechar a los murmuradores encargados de juzgar y condenar la vida de tales personas que antes piensan en dar contento a su voluntad desordenada que en conservar su fama.”]