«En el fondo de una galería cosen tres mujeres frente a la ventana abierta y algunos chiquillos juegan con un aro de hierro que atruena el pasillo al caer…
La mujer más alta es la prima de Guadalupe y viene hacia nosotros.
—Esta es la señorita…
—Mujer… no la llames señorita… eso es de burgueses, ¿verdá usted? Sí es de izquierdas preferirá que la digas compañera (…)»
Celia en la revolución (1943)
(…)« – Usted me ha dicho que ha tenido hijos…
– Sí, señor… esto era lo único que lo justificaba a mis ojos… si no… El día siguiente es peor aún… Me siento ultrajada, creo que en la cara me lo conocen… y a él le detesto… Siento el mismo horror que si me hubiera violado a la fuerza…(…)»
Elena Fortún, Oculto sendero, Renacimiento, 2016, p. 432-434.
(…) “De pronto dejé de ver todo lo que me rodeaba para mirar la escalera de mármol por donde descendían dos muchachas… ¡Dios mío, qué muchachas!
Una era morena, llevaba el pelo cortado como un hombre, pero sus ojos eran grandes y aterciopelados y los labios muy rojos. Su traje era de lo más original: chaqueta gris con solapas como la de cualquier hombre, camisa de seda, corbata y falda corta y ajustada… Algo insólito en los primeros años de este siglo. (…)”
Elena Fortún, Oculto sendero, Renacimiento, 2016, p. 80.