«ELENA. – Queridísima Carmen Laforet: Verdaderamente la quiero y me quedo asombrada de ello. Su divina humildad diciendo (¡usted que es en estos momentos la primera escritora española!) que aprendió a escribir de mí… me conmueve hasta los huesos. Y no por ser yo quien escribió esos libros que usted leía cuando era chica, sino por esa pureza de alma que le hace decirlo.
CARMEN. – Queridísima Elena Fortún: Ahora que pienso en Canarias para hacer mi estúpido libro, recuerdo calles por donde yo he corrido pensando en ti, y contándote a solas mis tonterías. ¿No es esto muy raro? He sido tu verdadera amiga desde mi infancia, aunque sabía que tú eras una persona mayor. En realidad, he vivido mucho contigo. Qué parecida eres a como yo presentía, desde chiquilla, no sé por qué…
(…) »
Fragmento del texto teatral Querida Carmen. Querida Elena, de Ana Fernández-Roldán, representado pero no publicado, escrito a partir de LAFORET, Carmen, FORTÚN, Elena, De corazón y alma (1947-1952), Madrid, Fundación Banco Santander, 2017.
“-¿Qué te pasa Paulina?”
Lo preguntó suavemente, a media voz, dirigiéndose a la imagen suya del espejo… pero, en verdad, materialmente, no le sucedía nada. Alrededor suyo no sucedía absolutamente nada. (…)»
La mujer nueva
«Por dificultades en el último momento para adquirir billetes, llegué a Barcelona a medianoche, en un tren distinto del que había anunciado, y no me esperaba nadie. (…)»
Carmen Laforet, Nada, p. 383